Abro un nuevo apartado, a pesar de mis dudas iniciales (cierto caballero, me ha convencido) ya que las leyendas urbanas están un poco vistas en sitios web de este tipo, pero creo que pueden tener cabida aquí si les doy mi particular punto de vista, así que espero que os guste lo que va a pasear en esta sección de aquí en adelante.
Ay los hornos...lo que nos han solucionado la vida para cocinar ¿verdad? aun que no exista nada como un buen horno de leña y alguien cerca que tenga una buena receta para hacer pan, lo cierto es que se ha convertido en uno de los electrodomésticos que mas nos facilita en el día a día.
Y eso fue lo que le pasó a la canguro del matrimonio protagonista de hoy, la facilitó una cena muy especial.
En la década de los 60, existió en USA un matrimonio que acababa de tener hacia poquito tiempo un bebe, iban muy cansados ya que los que tengáis hijos, sabéis que demandas tienen los recién nacidos.
Pero un día, el marido le propuso a la mujer salir a cenar juntos de noche para volver a sentirse pareja de nuevo ya que el bebe, era un poquito mayor. Pese a las reticencias de la mujer,decidieron consultar a los vecinos por alguna canguro que fuera fiable, ya que era la primera noche que salían y no querían dejar a su pequeño hijo con cualquiera.
Casi todos le recomendaron a la misma canguro, por lo que quedaron con ella a la hora convenida en su casa. Dispusieron todo en la misma y dejaron anotado el teléfono del restaurante por si surgía algún imprevisto.
Cuando la chica apareció, a la madre no le dio mucha fiabilidad su aspecto ya que pese a que era una rubia muy guapa, su aspecto hippy de la época hacia que no acabase de fiarse de ella para dejar a su pequeño hijo.
Las dudas se disiparon cuando vio su buen hacer al darle la cena al pequeño y también, ayudó mucho su marido, que tenia ganas de estar a solas con ella como los viejos tiempos, así que decidieron irse a cenar sin la mas mínima preocupación.
Durante la cena, la madre y sus cosas de primeriza, hicieron que a la hora del postre fuese a telefonear a su casa para comprobar como iba todo ya que quedaba poco para volver a casa. La canguro cogió el teléfono con voz adormilada y dijo que efectivamente, la noche se había desarrollado bien y que el niño estaba en la cuna y el asado en el horno.
La mujer al colgar pensó ¿asado? ¿que asado si yo estoy cenando fuera? sintiendo un palpito horrible, la mujer pidió a su marido que solicitase la cuenta y se fueran a casa, ya que sin saber por que, estaba empezando a sentir un miedo atroz.
Cuando llegaron a su casa, era evidente el olor a cigarrillo aliñado que se había fumado la canguro y a parte, ella a toda prisa guardó algo en sus bolsillos.Tenia las pupilas dilatadas y la mirada un poco perdida, hablaba balbuceando diciendo que el asado ya casi estaba listo.
La madre subió corriendo a la habitación del pequeño y lo que vio en la cuna, la heló la sangre: lo que estaba acostado y perfectamente arropado era uno de los peluches del niño. En ese momento, el horno comenzó a pitar anunciando el final de la cocción y siguiendo su terrible presentimiento fue a mirar.
Dentro del horno, estaba completamente asado su pequeño.
Taraaaaaaaaa! ¿que foto pensabas que iba a sacar?
Seguramente esta leyenda urbana la hayáis oído de otra forma y no seria en los 60, os la habrá contado alguien que jura que le paso a otro alguien que su primo de Cuenca conoce.
O a lo mejor no la habíais oído en vuestra vida, no lo se.
El caso es que esta leyenda urbana comenzó a hacerse famosa en USA en la década de los 60 cuando el movimiento hippy estaba en auge y también las drogas que alguno de ellos consumían.
Como era un movimiento de paz y amor, que estaba en contra de la forma de gobierno de USA como por ejemplo, la guerra de Vietnam, abogaban por los derechos humanos, practicaban el amor libre y tenían vida nómada, no eran bien vistos por un gran sector conservador americano, así que ¿ qué mejor manera de dar una mala imagen de ellos que desatando una leyenda urbana de este tipo? si os dais cuenta, la canguro hippy va tan puesta hasta las cejas que asa a un niño en el horno,Moraleja: los hippies son malos.
Otra moraleja un poco mas interna, se saca de la figura de la madre, si encontráis mas versiones de la leyenda o al menos, las que he leído yo, siempre es la figura de la mujer la que se siente culpable por irse fuera de casa dejando al pequeño solo al cuidado de otra persona.
El padre en cambio, va tan pancho siendo ella la que tiene ese sentimiento de culpabilidad tan arraigado y por así decirlo, recibe un castigo: la perdida de su hijo por haberlo dejado solo.
Así que se puede decir que la otra moraleja que hay dentro de esta leyenda,es que las mujeres, en el momento en el que tenemos hijos y estamos casadas, ya no tenemos derecho a salir a cenar, sino a nuestros hijos les pasará algo horrible en nuestra ausencia y será nuestra culpa por no haber estado en el sitio donde en teoría nos corresponde.
Ojo, que hablo de la sociedad americana de los años 50/60, cuando históricamente el papel de la mujer era muy reducido, siendo mal visto no tener aun un marido en ciertos sectores y no ser la mater amantisima.
Solo hace falta leer el letrero: ¿quieres decir que una mujer puede abrirlo?
Así que niños y niñas, hoy hemos aprendido que el origen de alguna de las leyendas urbanas como esta que hoy os traigo,es la estigmatización de una cultura urbana que molestaba en cierto momento histórico y el castigo a un genero por salirse un poquito de la norma metiendo miedo.
No saben nada estos americanos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario