Allí seguro que nos encontramos con un puesto callejero de perritos calientes, esos que salen en las películas donde te dan los botes de mostaza y ketchup para que te eches las salsas a tu gusto y a veces, hasta tienen patatas. Si,me encanta comer.
De eso va mi entrada, de asesinos y salchichas pero vayamos al principio:
Llega a Chicago en 1870 y comienza a trabajar de nuevo en cualquier cosa pero ahorrando por que tiene idea de montar su propio negocio y entre medias se casa con una mujer llamada Caroline Roepke con la que tiene dos hijos, pero parece que la vida no le sonríe ya que su segundo hijo no llega a cumplir un año y poco después enviuda.
Pero la fama de Adolph era mas bien de mujeriego ya que dos meses después de enviudar, se casa de nuevo con Louisa Bicknese, mucho no duró el luto,no. Eso si, en 1878 consigue al fin montar su propio negocio de embutidos.
Louisa Bicknese
La cosa va viento en popa y la aspiracion de Adolph es sencilla, convertirse en el rey de las salchichas y el caso es que lo consigue ya que tienen gran éxito entre los compradores y poco a poco va forjando un pequeño imperio salchichero que hace que el tambien se vaya a celebrarlo a locales de alterne con bebidas espirituosas.
Louise en cambio, ve como los dos hijos que ha tenido con Adolph fallecen prematuramente y que el otro va de burdel en burdel importándole todo un pimiento, así que las broncas que le monta son épicas y conocidas por el vecindario.
Adolph esta harto de su mujer y la ve como un obstáculo hacia su éxito, ademas la grácil joven con la que se casó ya no existe, a sus ojos estaba bastante cebona ya que Louisa era capaz de comerse en un dia de 15 a 20 salchichas. Entre que le montaba broncas en casa y que a nivel físico la atracción brillaba por su ausencia, Adolph pasaba mas tiempo en la fabrica que en su casa.
El 24 de abril de 1897 Adolph llega a su fabrica contento y anuncia a sus empleados que va a hacer un experimento: ha comprado una partida de 150 kilos de potasa caustica para realizar jabón en la fabrica y utilizarlo para dejarla limpia y reluciente y de paso, si le sale bien venderlo.
Los empleados se extrañan por que el ya había comprado hace poco una remesa de jabón para limpiar la fabrica y esta en el almacén muerta de risa pero no le prestan mas atención. Ponen la potasa en una tina y le añaden grasa sobrante de las salchichas para empezar a fabricar el jabón.
El típico hot dog
El caso cae en manos del capitán Stotler que ve algo raro en el tema y decide interrogar a todo el que tuviese relación con Louisa, incluido Adolph que insiste en que le ha abandonado, familiares de Louisa y trabajadores de la fabrica. Uno de ellos, dice que efectivamente vio entrar por la noche en la fabrica a la señora Luergert y le cuenta también la extraña compra de la potasa caustica, así que el capitán va atando cabos y solicita visitar la fabrica. El vigilante de la fabrica corrobora la versión de su compañero y añade a modo de detallito, que esa noche Adolph se la dio a todos libre pero que al dia siguiente, la tina que usaron para hacer la sosa caustica fue vaciada en las vías del tren por algunos trabajadores bajo una orden de Adolph.
El capitán escamado, lo primero que ve en la tina de potasa es que no es blanca sino de un tono marrón cosa que ya le mosquea y pide que drenen la tina apareciendo un anillo de oro con las iniciales L L grabadas dentro, Louise Luetgert, curiosamente idéntico al anillo que Adolph la regaló por su boda. También aparecieron restos óseos en el fondo y en los restos encontrados junto a las vías como dijeron los trabajadores, así que aunque no hay cuerpo ni testigos, son pruebas suficientes para detener a Adolph.
El proclamó su inocencia a los cuatro vientos pero fue condenado a cadena perpetua el 9 de febrero de 1898 en parte gracias a la declaración de un arqueólogo que había examinado los restos encontrados junto a las vías, en las que encontró unos sesamoideos exclusivos de humanos.
Adolph murió el 7 de julio de 1899 con sus facultades mentales tocadas diciendo que había una conspiración contra el.
Para mas inri, se extendió por Chicago que Adolph no había quemado a su mujer con la potasa, sino que la había convertido en salchichas que después habría vendido desde su fabrica tan tranquilamente lo que hizo que durante una epoca, la venta de salchichas en Chicago cayese en picado al pensar en los restos de la pobre Louisa, que pudiera ser que estuviera en alguna de ellas.
No se a vosotros, pero a mi escribir esta entrada me ha dado un poco de hambre ¿os sigue apeteciendo un perrito caliente? ¿no? pues no entiendo por que...
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