miércoles, 11 de abril de 2018

La maldición (o no) de la corona Checa



Hacia mucho que no sacaba yo una joya maldita de paseo ¿verdad? creo que la ultima vez que publiqué algo de ese tema fue esta entrada.
Así que hoy, nos vamos a poner un poco de gala y de paso, a marcharnos de viaje a la República Checa que vamos a ver la corona de los reyes.
Carlos IV de Luxemburgo llegó al trono de Bohemia en 1346 y emocionado, mandó hacer una corona muy especial para el dia de su coronación, tal y como habéis podido observar en la foto de ahí arriba.
Carlos IV de Luxemburgo
Pesa algo mas de dos kilos, sus zafiros están entre los mas grandes del mundo y lo que antes se creia un rubí se descubrió en 1999 que era realmente una turmalina roja; también tiene un crucifijo con una inscripción que dice "aquí se conserva un espino de la corona de Cristo".Vamos, una joya la mar de discreta.
El rey se la dedicó a San Wenceslao, que en su momento fue un duque de Bohemia en el 921, fiel seguidor del cristianismo que durante su corto reinado cambió para bien la sociedad checa y de paso, construyó la catedral de San Vito. Pero como suele ocurrir, su hermano Boneslao le tenia ojeriza y le asesinó junto con otros conspiradores aunque tiempo después, mandó llevar los restos de Wenceslao a la catedral de San Vito para su descanso eterno.
En dicha catedral,fue coronado Carlos IV como rey de Bohemia y como esa corona era tan especial, así también lo fueron las disposiciones sobre ella: lo primero, siempre debía de estar junto a la imagen del Santo, el rey solo podía lucirla en su coronación y alguna otra ocasión especial pero debía ser devuelta el mismo dia. Por otra parte, digamos que con esta corona se hizo un legado que sirvió para todos los reyes de Bohemia posteriores al rey Carlos IV y ya de paso, mandó hacer un estuche de cuero para que antes de hacer nada, la corona hiciese un viajecito totalmente excepcional.
Catedral de San Vito
Fue llevada a Aviñón para que el Papa Clemente VI la bendijera en persona y de paso prohibió bajo excomulgación que nadie que no tuviese sangre real portase o tocase la corona al igual que empeñarla.
En 1918, cuando surge la República Checa,la corona junto con otras joyas se convirtieron en patrimonio nacional y pasaron a estar custodiadas dentro de la catedral de San Vito tras una puerta de siete cerraduras; cada llave la tiene una persona distinta siendo estas: el presidente de la República, el presidente del Senado, el arzobispo de Praga, el presidente de la Cámara de los Diputados, el primer Ministro, el alcalde mayor de Praga y el preboste del Capitulo Metropolitano de San Vito. Si alguna personalidad por muy ilustre que sea pide ver estas joyas, solo se le enseñan replicas ya que en todos estos años se han exhibido como mucho 20 veces y siempre dentro de la Catedral.
La leyenda que hoy nos interesa, viene precisamente por la bendición que le dio el Papa Clemente a la corona. Reinhard Heydrich fue protector de Bohemia y Moravia durante la ocupación nazi como puedes leer aquí y durante su estancia en Praga, hizo y deshizo como le dio la gana queriendo en 1941 ver las joyas de la corona checa si o si.
Al verlas, quedó estupefacto de tanta belleza y quien sabe si por curiosidad o en un ataque de soberbia egocéntrico, decidió calzarse la corona como si fuese rey. A parte de haber quedado excomulgado para siempre (¿sabría el algo de la historia de la corona?) se dice que la bendición traía consigo la muerte antes de un año de la persona que se hubiese puesto la corona como castigo y Heydrich falleció un año después tras un atentado por parte de la resistencia checa.
Realmente no hay pruebas de que se pusiera la corona, solo que llegó a verlas y de hecho estas joyas fueron escondidas por unos presos en el castillo de Praga mandados por el representante del Tercer Reich, Karl Hermann Frank cuando vio que iban a ser derrotados.En 1945, cuando el régimen se caía amenazó con mantenerlo en Praga ahogándolos según sus palabras en un "mar de sangre" aprovechándose de tener las joyas en su poder.
La resistencia checa se sublevó dando lugar a la batalla de Praga y Frank huyó con el rabo entre las piernas dejándose las joyas en el castillo, siendo apresado en Pilsen por tropas estadounidenses y se dice que pensó que le concederían un indulto si decía donde estaban escondidas las joyas pero eso dio lo mismo ya que fue condenado a morir en la horca en 1946.
La gente comenzó a relacionar estos dos hechos con las joyas y la maldición las ha acompañado para siempre aunque puede ser casualidad...o no ¿tú que crees?


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