Hace mucho que no escribo sobre Lavapiés, el barrio de donde procede mi familia materna. Hoy, traigo una leyenda que afecta a los que les encantan las Cenicientas de saldo y esquina, como diría Sabina, así que si te apetece, vamos a por unos churros con chocolate calentito para el paseo y te voy contando,a ver si se me pasa el trancazo que se ha instalado a vivir en mí estos dias pre navideños...
Madrid en el XVII era considerada una ciudad muy lujuriosa, vamos que había casi mas prostíbulos que tabernas para que todo aquel que quisiese darse una alegría para el cuerpo,no tuviese que andar buscando mucho pero dependiendo de la zona, eran para un tipo de publico.
Por ejemplo, en lo que hoy es la calle Cervantes había un prostíbulo muy selecto al que acudían los nobles disfrazados al estilo Mortadelo y en la calle Luzón, muy cerca de la calle Mayor, acudía la burguesía madrileña.
En cambio,los prostíbulos de Huertas o Lavapiés, eran mas para la plebe pero aun así, el Concejo dictaba bandos en ocasiones, que obligaba a cerrar los teatros, corrales de comedia y prostíbulos durante unos dias y eso fue lo que pasó en 1620. En ese año, tuvieron lugar varios robos a algunas iglesias así que se dictó un bando por el cual los prostíbulos cerrarían durante ocho dias y entre medias, le pilló a un comerciante venido de Valencia.
Estaba el señor que había cerrado sus tratos tan contento que decidió darse una alegría pero claro, todos los prostíbulos estaban cerrados así que se fue a dar un paseo por Lavapiés a ver si sus ardores bajaban pero al pasar por la calle del Olivar, vio una mujer con mantilla negra y una falda de color pardo, los colores que distinguían a las mujeres publicas.
Tras acordar el precio por el servicio, se fueron a una casa que estaba hecha una pena y entraron en una habitación que tenia algo parecido a un camastro. A nuestro protagonista valenciano le daba igual ocho que ochenta así que tan contento cuando la mujer se comenzó a desnudar y vio una ropa interior blanca pero lo malo fue cuando ella le invitó a continuar desnundandola, que vio que no había cuerpo alguno que sujetase las ropas.
En ese momento se dio cuenta de que la mujer se estaba desvaneciendo y que ella comenzaba a reírse de forma sádica para terminar soltando un grito desgarrador lo que hizo que el señor se fuese corriendo como alma que llevaba el diablo hasta que vio a un alguacil que logró calmarle y al que contó su historia.
Lejos de llamarle loco, le dijo que esa mujer siempre se aparecía cada vez que se sacaba un bando que cerraba los prostíbulos y que se trataba del fantasma de una meretriz a la que habian asesinado al reclamar el pago por los servicios y que no era el primero ni seguramente el ultimo que se la encontraría.
La verdad que menudo susto que se llevaría este hombre, si os digo la verdad me recuerda mucho a esta otra leyenda que conté hace siglos en este blog. ¿Conocías esta leyenda? ¿hay alguna parecida en tu ciudad?
Creo que susto fue un tanto exagerado. No niego que debe haber sido toda una sorpresa, pero era más bien inofensiva. No buscaba una venganza violenta, esa chica fantasma.
ResponderEliminarTal vez la venganza consistía despertar el deseo. Para luego desvanecerse fantasmalmente.
Conozco la leyenda de un hombre que sale con una mujer, que le pide prestado un saco. Y luego al buscarla, para pedirselo, descubre que esa mujer lleva muerta varios años.
Sí conozco algo de las apariciones de Felicitas Guerrero
https://www.youtube.com/watch?v=iZt4qAqAwsw
Besos.
Buenas Demiurgo! hombre, el señor debió de darse un sustaco enorme,fíjate que la del saco no me suena pero hay una parecida en Madrid, solo que en una fiesta de disfraces.
EliminarBesos!