El tiempo pasa volando, ya estamos en febrero, el mes del amor. Pero para una entrada un poco amorosa de las mías, vais a tener que esperar unos días ya que hoy vamos a recordar que le sucedió a Isabel II un mes de febrero también pero de hace mas de un siglo en la basílica de Atocha. Cojamos un acronópete ...
"La Chata" jovencita |
El 2 de febrero de 1852, la reina Isabel II había decidido salir con su hija recién nacida a la basílica de Atocha para hacer presentación oficial de la pequeña infanta, que se llamaba como su madre Isabel, a la que apodaron la Chata. La verdad es que esta infanta tuvo una vida bastante interesante, si queréis otro día os la cuento.
El caso es que Isabel II cogió a la pequeña, se puso una capa, un corsé y hala, a la basílica a hacer una presentación oficial de la pequeña rodeada por casi todo Madrid a los que le podía la curiosidad de ver a la reina y a su hija.
Acabada la presentación, Isabel II se encaminó a salir de la iglesia mientras la seguridad intentaba contener a la gente que quería verlas y se fijó en que uno de sus guardias dudaba de si dejar pasar o no a un cura que quería entregarle un memorial para ella y para su hija por lo que dio su permiso para que le dejasen adelantarse ya que ella misma cogería el memorial. Al acercarse al cura arrodillado, en lugar de darle un memorial vio como sacaba un estilete que le clavó en el costado derecho por lo que ella solo pudo exclamar "ay que me han herido" poco antes de caer a plomo al suelo.
Con todo el mundo en shock al no saber qué había pasado, imaginaros el pánico como pudo cundir hasta que uno de los guardias se tiró encima del cura para reducirlo y el coronel Manuel Mencos fue el único que fue hasta el bebé para protegerla por si acaso había cómplices que querían ir a por la pequeña. Este gesto hizo que la reina le diese un titulo que a mi me parece de los mas adecuados que jamás he leído, el marqués del Amparo.
Basílica de Atocha |
La reina fue llevada a palacio donde los médicos comenzaron a practicarle curas y su madre, la regente María Cristina pidió al presidente Bravo Murillo que no tuviesen piedad en la condena al cura que había atacado a su hija Isabel a pesar de que cuando la reina despertó, lo primero que hizo fue pedir que llevasen a ese cura ante ella para ver en qué le había ofendido y al llevarse una gran negativa por parte de guardias, presidentes y todo aquel que pasaba por la habitación, pidió que no lo matasen por su causa cosa que ya había sido decidida mientras ella estaba mas allí que aquí.
Mientras tanto en la basílica, los guardias evitaron que los madrileños presentes linchasen al cura , llevándoselo a una sala a parte para ser interrogado.
El cura se llamaba Martin Merino, vivía en el callejón del Infierno , natural de Arnedo en Logroño hijo de labradores humildes que probablemente en contra de su voluntad, le metieron a cura. Su adolescencia coincidió con la efervescencia de la Revolución francesa, leyendo libros de edición francesa que circulaban de tapadillo por el país por lo que en el convento de los franciscanos de Santo Domingo de la Calzada pronto se le tuvo por blasfemo, díscolo y demás cualidades poco religiosas.
Martin Merino |
El caso es que llegamos a 1808, Merino huye del convento para unirse a la lucha y terminó en Sevilla luchando contra el ejercito francés, ordenándose sacerdote en Cádiz en 1813. Se unió a los franciscanos de nuevo donde estuvo cuatro años de reclusión pero no paraba de leer filosofía, ensayos políticos y demás que cincelaban mas sus ideas liberales por lo que tras chocar bastante con el prior, se volvió a marchar a Burdeos para volver en 1820 a España.
Intentó matar a Fernando VII, el padre de Isabel II o eso dicen porque realmente se acercó al carruaje que estaba en la puerta del Sol con el rey metidito dentro, profiriendo insultos que dejarían tiritando a la niña del Exorcista, lanzando bellotas, higos, paja y huevos a la par que le instaba a firmar la Constitución que había abolido. Dejó la orden y se declaró culpable pero no fue encarcelado pudiendo luchar en la sublevación del 7 de julio de 1822 por lo que si que fue a la cárcel al considerarle peligroso.
Salió gracias a una amnistía en 1824, se marchó a Francia donde estuvo como cura en un pueblo pequeño, volvió a Madrid, dejó la orden de los franciscanos y consiguió ser cura en la parroquia de San Sebastián. Le cayó un dinerito en la lotería y a parte de ser cura, se dedicó a ejercer como prestamista cosa que le dio mala fama en Madrid, conociéndosele como el cura que llevaba el habito sucio y raído.
Estampa de 1882 |
Hipocondriaco, temeroso de tener la muerte siempre amenazándole, era de los que estaba en contra de que la reina Isabel II fuese declarada mayor de edad antes de tiempo para reinar, pero eso es otra historia que tiene mas miga que una barra de pan, así que abreviando, estaba en contra de su coronación como en su día estuvo en contra de su padre, el querido Fernando VII.
En el interrogatorio, se mostró altivo y seguro de que había matado a la reina cosa que le fastidió ver que no había sido así gracias al corsé que ella llevaba puesto, pero siguió con su orgullo arremetiendo contra la monarquía y contra todo el que se le pusiese por delante, llegando a pedir que no le pusieran abogado defensor ya que nadie debía de pasar ese trago al defender a alguien que sabia lo que había hecho y porque había querido.
Fue condenado a muerte pero primero, debían de hacer una ceremonia llamada de "degradación" en la que dejaría de ser cura, todo simbólico a la que Merino fue con frialdad, incluso cuando vio a su amigo el obispo de Málaga llorando cuando comprobó que efectivamente era él quien había sido el autor del atentado. Que por cierto, ese día antes del asesinato, Merino dio una misa tan pancho.
El 6 de febrero tomó una taza de chocolate mientras los curas intentaban que buscase la salvación cosa que pasó de hacer aunque si le escribió una carta a la reina; ese día rezó, se durmió y al despertarse sobre las seis de la mañana, se tomó otras dos tazas de chocolate mientras esperaba su ejecución a la 1 de la tarde del 7 de febrero.
Fue conducido con una túnica amarilla al cadalso que habían situado en el Campo de Guardias, que en ese momento estaba a las afueras de Madrid y a día de hoy, está en Bravo Murillo. El caso es que mientras que los madrileños gritaban viva la reina y demás, Merino iba a su bola, diciendo al verdugo que no se preocupase por matarle y de hecho, consiguió dirigirse al pueblo para decir que lo que había hecho era porque había querido y que no tenia cómplices ni pertenecía a ninguna organización. Acto seguido, según Pérez Galdós, Merino dijo al verdugo "ea, cuando usted quiera" y ahí acabó todo.
Por lo que contaron los curas que intentaron confesarle, no buscaba fama póstuma y despreciaba a los héroes de los que decía que no habían hecho nada bueno y útil; todos sus escritos fueron quemados y su historia se borró o al menos, se intentó.
¿Qué te parece?¿conocías este atentado?
No conocía esta historia.
ResponderEliminarEl tal Merino, por lo que contás, tenía ideas progresistas. Fernando VII no era el ideal de rey. Y tirarle de todo, insultarlo más que la poseída de El exorcista (brillante analogía) tal vez haya sido justificado.
Pero el atentado que intentó no fue la mejor manera de expresar sus ideas. Y tal vez fue contra la reina equivocada, quien pidió que no fuera ejecutado, se preocupó por evitar el linchamiento.
Lo curioso es que la moda al vestir salvó a Isabel II. por lo que es un muy acertado título.
Besos.
Creo que el problema fue el objetivo, habría tenido mas sentido que fuese contra Fernando VII que contra Isabel II pero vio la oportunidad y allá que fue.
EliminarLo de la analogía, es algo que me viene siempre a la mente cuando a alguien se le va la lengua con insultos, algunos dejan a la niña del exorcista tiritando.
Gracias por dejarme los programas en el otro comentario! los echare un ojo o mejor dicho, una oreja.
Un besazo Demi!
Conocía que intentaron matar a la reina , pero no así tan bien explicado , una historia de monarcas y anti ellos, pero a ser cura es como que toma más misterio la cosa. Gracias por traernos historia de nuestra España más negra . Un besazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Campirela! la verdad es que tenemos una historia que si se revisase...ojo lo que saldría de aquí!
EliminarUn besazo!
de lo que se saca en claro es de que el cura hizo suyo los ideales de la revolución francesa y de que era profundamente antimonárquico; pero eso sí, a la hora de defender la patria contra los franceses, él estuvo ahí combatiéndolos.
ResponderEliminarestoy seguro de que si de él hubiese dependido, él hubiese organizado su propia revolución española mandando al cadalso a todos los royalties (como dicen los ingleses).
al menos murió en paz con todos sus ideales intactos.
besos.
Si algo tuvo para destacar bajo mi punto de vista, es que fue fiel a si mismo, cosa bastante complicada en general.
EliminarYo creo que hubiese liado una impresionante, habría pasado por el cadalso hasta al que hacia el pan para la reina, no hubiese dejado títere con cabeza.
Un besazo Draco!
No conocía la historia pero me pareció interesante. Siempre es bueno conocer sobre hechos curiosos. Te mando un beso.-
ResponderEliminarMe alegro que te guste J,P , la verdad es que creo que el hecho de que el autor fuera un cura, cambia un poco todo.
EliminarUn besazo!
¡Hola! En esa época, de lo que menos sospecharías sería un cura; ni yo me imaginaba ese giro. Qué personaje tan altivo y orgulloso, casi que murió con la frente en alto.
ResponderEliminarP.D. Soy nueva lectora, pero me quedo por aquí, me gusta la temática de tu blog.
Besoss ♡
Bienvenida Valeria! gracias por quedarte.
EliminarLo del cura la verdad es que poca gente lo pensaba, de hecho en su momento se sospechó que pertenecía a alguna organización terrorista pero nada mas lejos de la realidad.
Un beso!